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Cómo afecta la oruga procesionaria a tu perro
Por fin está aquí la primavera y, con ella, unas “amigas” nada agradables para nuestros perros, las orugas procesionarias. Estas son unos lepidópteros que, cuando son orugas y han alcanzado su madurez, descienden de los árboles hasta el suelo y desfilan en grupo hasta encontrar un lugar en el que enterrarse para transformarse en mariposa. Este tipo de orugas cuentan con unos pelos que producen urticaria y que liberan cuando se sienten amenazadas. Y con esto es con lo que hay que tener cuidado, pues pueden provocar reacciones alérgicas y también inflamatorias a nuestro peludo.
Por eso es muy importante que tengamos especial cuidado con cómo y dónde paseamos a nuestro perrito, pues estas orugas se ubican cerca de los pinos en sus nidos (bolsones) y es entre febrero y abril (debido al cambio climático, cada vez se alarga más esta temporada) cuando abandonan sus nidos y, por tanto, cuando debemos extremar nuestro cuidado.
¿Cómo sabemos si nuestro peludo ha entrado en contacto con una oruga?
En esta época es muy importante tener especial cuidado a la hora de sacar a nuestro perro a pasear
En primer lugar, notaremos que el animal está nervioso y agitado, incluso respirando de forma acelerada. Empezaremos a ver pronto que se rasca incómodamente contra el suelo o utilizando sus patas, cada vez de forma más frecuente porque no aguanta el picor. Puede que estos síntomas vayan también acompañados de hinchazón en cara, labios y/o lengua y, por tanto, nuestro perro produzca más saliva de lo habitual.
Estos son los principales efectos que podremos observar en él, por lo que lo recomendable es que si vemos algo fuera de lo normal durante esta época en los momentos de paseo, no dudemos en llevar a nuestra mascota al veterinario.
Primeros auxilios antes de acudir a la clínica
Si notamos que nuestro perro puede haber sido atacado por una procesionaria y no podemos acudir inmediatamente a la clínica veterinaria, lo primero que tenemos que hacer es no perder la calma y sacar a nuestro peludo de la zona donde se encuentren las orugas. Al estar nervioso, lo más probable es que con los movimientos bruscos entre en contacto con más orugas, así que aléjate de la zona con él y tranquilízalo. Después comprueba que puede respirar correctamente y ábrele la boca para poder observar el estado de la lengua y saliva para ver si se han empezado a hinchar. En ese caso, debemos lavar inmediatamente la boca a nuestro peludo, preferiblemente con suero fisiológico, pero como no es demasiado habitual llevar suero siempre con nosotros, hacerlo con agua limpia será suficiente. Es recomendable que esté tibia, ya que el calor disminuye la actividad de la toxina. Al introducir el agua debemos intentar que no la trague, sino que vaya de dentro hacia afuera para tratar de arrastrar los pelos de las orugas al exterior. Eso sí, debemos evitar en todo momento frotar la zona afectada porque romperíamos los pelos de la oruga y afectarían todavía más a nuestro perro.
En conclusión, lo más importante en estos casos es la rapidez con la que tratemos a nuestro perro y ser ágiles lavando bien la zona afectada. Acto seguido, como hemos comentado, debemos llevar a nuestro peludo al veterinario para asegurarnos de que todo está bien y que los efectos de la procesionaria desaparezcan completamente.
Ya sabes: Durante la primavera evita entrar en zonas donde abunden los pinos y en bosques cerrados que puedan estar habitados por estas molestas orugas.