Adulto, Comportamiento, Puppy, Tu mascota y tú
Seis situaciones para comprobar si tratas a tu perro como a un hijo
Te lo han dicho tus amigos, te lo han dicho tus padres e incluso si tienes hijos, te lo han insinuado ellos mismos. ¡Y más de una vez! Pero a ti todavía te hace falta algo más para convencerte, ¿verdad? ¿Quieres comprobar, definitivamente, si tratas a tu peludo como a un hijo? Te damos las señales que indican que a tu perro lo único que le falta para ser tu hijo, ¡es llevar tu apellido!
Le hablas como hablarías a un bebé
“¿Qué pasó, cosita?” o “¿Quién es el más guapo, ¿eh?” son algunas de las frases que más escucha tu perro a menudo. Ni siquiera tu hijo (o tu sobrino, o tu primo) las escuchó tanto al nacer. A partir de ahí, lo de contarle cómo ha sido tu día a tu peludo viene solo. Él también te contaría el suyo si pudiera, pero parece que vas a tener que conformarte con su mejor ladrido de apoyo.
Le arropas cuando está durmiendo
Ya sea en el sofá o en la cama (que no olvidemos de que ambos son ya de su propiedad), lo importante es que en cuanto ves que tu perro se acomoda para dormir, corres a taparlo con una mantita inmediatamente. No vaya a ser que pase frío, ¿verdad?
Sus fotos copan todas tus redes sociales
A veces (y solo a veces) te dejas ver en alguna que otra foto para que tus seguidores puedan comprobar que estás vivo, que has ido de visita a algún sitio o que has comido un postre que estaba riquísimo. Pero quitando esas poquísimas ocasiones, las fotos que campan a sus anchas en todas tus redes sociales son de tu perro: Tu perro durmiendo, tu perro con alguna mueca graciosa, tu perro disfrazado, tu perro comiendo… ¿Qué importa qué esté haciendo? ¡Lo que importa es que es tu perro y que en todas las fotos sale genial! Seguro que ahora mismo estás recordando la última vez que tus amigos te enseñaron fotos de su hijo y tú les enseñaste las de tu cachorrito…
Regalitos por doquier
Por todos es sabido que a los niños se les suelen comprar más juguetes de los que llegan a utilizar en su vida, y tú… ¡tú haces lo mismo con tu perrito! Peluches, figuritas de goma, pelotas… ¡todo vale! Y claro, cada día te dedicas a engrosar más su larga colección de juguetes, por si en algún momento se aburre, aunque eso signifique que al final él va a tener más sitio en el salón que tú.
Viste mejor que tú mismo
No es que tu perro vista mejor que tú mismo o mejor de lo que vestirías a tu nene, ¡es que tiene más ropa que tú! Jerséis para el invierno, botas por si llueve, collares para cualquier ocasión, chubasqueros… Tu peludo tiene un armario que podría pasar por el de una estrella de las pasarelas. Él está encantado y lo luce con su mejor sonrisa perruna, ¿pero tú? Tú puedes pasarte horas hablando de la ropita que le has comprado a tu peludo…
Te cuesta irte de viaje
Bueno, no es que te cueste irte porque como todo humano, necesitas una desconexión, pero preferiblemente desearías ir a sitios donde tu peludo pudiera acompañarte (¡y bien que haces!). Eso sí, si no es posible, llamas cada dos por tres a quienes le están cuidando para asegurarte de que va todo bien, como un padre que ha dejado dormir a su hijo en casa de un amiguito por primera vez. Y de paso, para cerciorarte de que ha comido. Y de que ha dormido. Y de que lo han sacado mínimo tres veces. Y de que está contento. Y de que… bueno, lo hemos entendido, ¿verdad?
Tanto si tienes hijos (humanos) como si no, ahora ya tienes claro que tu perrito es otro de ellos, ¿verdad? Si se te ocurren todavía más situaciones que lo demuestran, ¡cuéntanoslo en un comentario! Ayudarás a muchos otros papis y mamis a descubrir que tienen un hijo más.